lunes, 3 de diciembre de 2012

...


Durante diez minutos María se quedó parada.

¿Hace falta terminar algo con alguien diciéndolo con palabras? Tal vez sea necesario para largar toda la angustia, pero NO, no hace falta.
Eso se respondió María a sí misma mirándose al espejo.
Es más, te voy a decir algo – se dijo enojada – y no te rías, pero hace tiempo escuche en una serie de televisión la descripción exacta de esto que estamos sintiendo. La protagonista describía ese instante en el que miras al otro a los ojos y te das cuenta que no quiere saber más nada con vos, que todo esta terminado. Y vos y yo conocemos esa mirada. Nunca nos dejaron, con palabras, pero fuimos nosotras las que con dolor pusimos en palabras lo que el otro no se animaba. Y ya sé, ahora no tenés más fuerzas, no sabes de dónde sacarlas. No…no llores. Acordate…siempre estuve para sostenerte y esta vez va a ser lo mismo. Pero ahora necesito que me prometas algo, porque sé que me querés. ¿Vas a aprender esta vez? ¿Te vas a hacer respetar la próxima? No te pido que no te enamores más, solo que te cuides y te quieras más.

María abrió la canilla, se lavó las manos. Apoyo los brazos en la pileta, respiro hondo con la cabeza colgando mientras seguía corriendo el agua. Una última lágrima se mezcló con el agua. Se lavó la cara, se secó con una toalla. Y mirándose en el espejo dijo: Te lo prometo.

4 comentarios:

  1. Hermoso. Bellisimo.
    Me encantó Tati...Pufff, me hiciste recordar muchas cosas!

    ResponderEliminar
  2. No prometas.Ponetelo como meta.Prometer y fallar es tan común...como juzgar.Ponetelo como meta para tu propia superación. See ya! :)

    ResponderEliminar